Hacer un crucero se está convirtiendo en misión imposible para las personas ciegas, a quienes las navieras, «por seguridad», sólo permiten viajar si lo hacen acompañadas de otro pasajero sin discapacidad.
El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) ha recibido en los últimos meses dos denuncias de viajeros ciegos a los que distintas compañías de cruceros han negado sus servicios por cuestiones «de seguridad».
El último caso es el de Cristina Martínez-Roldán, una mujer que hace dos semanas quiso contratar un crucero por el Mediterráneo con Pullmantur que la naviera le denegó por viajar sólo con su compañero, también deficiente visual, argumentando razones «de seguridad».
Según explicó Martínez-Roldán a Servimedia, la única posibilidad que la compañía les ofreció fue hacer el crucero con una tercera persona sin discapacidad, algo que ellos rechazaron. Con la esperanza de que otro operador no les pusiera problemas y les permitiera contratar el viaje, ella y su pareja llamaron a la puerta de MSC Cruceros que, como Pullmantur, se la cerró por su discapacidad. Les exigía también un acompañante.
Pensando que a la tercera iría la vencida, la pareja probó suerte con Royal Caribbean, una naviera que, a juicio de Cristina Martínez-Roldán, hace gala de instalaciones adaptadas a las necesidades de personas con discapacidad y luego no deja que viajen sin acompañantes.
De hecho, la naviera, en su web, presume de haber comenzado «un proyecto multimillonario para hacer los viajes aún más accesibles» y de contar con un departamento de Accesibilidad, además de con instalaciones tales como rampas de acceso y señales en braille, entre otros servicios.
Ante esta situación, Martínez-Roldán optó por denunciar públicamente la discriminación que ella y su pareja han sufrido, afirma, sólo por el hecho de tener discapacidad.
Lo único que pidieron, cuenta indignada, fue el favor de que el primer día, alguien del barco les enseñara un poco las instalaciones para posteriormente poderlas recorrer ellos de forma autónoma.
Y es que, Cristina, de 34 años, asegura ser una persona autónoma e independiente pese a su ceguera. Filóloga de formación, ahora se dedica a la venta del cupón en Murcia, lo que la obliga a moverse en autobús y andar por la ciudad sin la ayuda de nadie.
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